jueves, 21 de agosto de 2014

Capítulo centésimo primero "Tanto tienes, tanto vales"

Música de hoy, Areta Franklin; "I say a little prayer". Para mí, la mejor voz de mujer de la historia, lo siento por Amy Winehouse, es mi opinión amigüitos



Siguiendo las aventuras de Txema, nuestro consumado viajero de Peralta Monumental, recordé una de las experiencias que viví en Nepal. El está en este momento en India y colgó una foto muy similar a la que yo tengo en mi memoria, que es el mejor álbum fotográfico que cualquier viajero atesora.

Siempre que hablamos de India o Nepal no sé por qué nos viene a la cabeza la palabra "espiritualidad". Somos así en Europa, llenos de tópicos y tics. 

"Es que a mí India me atrae"
"Es otra forma de vivir"
"No necesitan nada, no como nosotros que somos unos materialistas"

Son las típicas frases que oyes de la boquita pintada de la Paris Hilton de turno. 

Un día me acerqué a un sitio en las afueras de Katmadú. Creo que el nombre era Pasupatinath, o algo así, era una zona de templos. Está a las orillas del río Bagmati, un río también "sagrado" para ellos. En Nepal, como en India, la costumbre es incinerar a los muertos y luego tirar las cenizas al río sagrado para que se encuentre más fácil con Vishnu, con Buda o con quién toque. Evidentemente las incineraciones no son como aquí, con esos hornos a gas que se ponen a ochocientos grados y consumen por completo el cadáver, dejando muy pocos resto. En Nepal las incineraciones con cremaciones, o sea, una pira de leña, el fiambre encima y candela.

Nepal, como os he dicho otras veces, es un país muy feraz, con abundantes lluvias y una tierra rica desde un punto de vista agrícola. Así que mejor que peor, leña no les falta. Otra cosa es India, un país mucho mas poblado y que la tierra no es tan fértil. India está casi por completo deforestado, y una de las causas es la sobreexplotación maderera que se hace para el tema este de las cremaciones

Pues bien, allí estaba yo conmigo mismo en mi mismidad imbuido del misticismo nepalí en el templo de marras a la orilla del río de marras y contemplando el edificante espectáculo de las cremaciones.

Y es que hasta después de muerto hay clases. La leña hay que comprarla. Entonces veías piras enorrrrrmes de leña, que se supone que eran de familias ricas. Y según iba bajando el IRPF del finado, iba bajando también la altura y la superficie del montón de leña. Pero bueno, a todas las piras se les ponía al finado encima, se arrimaba la cerilla y todos acababan en el río.

Pero claro está. El rico iba al río en forma de cenizas. El que era un poco menos rico, iba quemado. Luego tostado. Después, chocarrado. Luego poco hecho. Y los más pobres, ligeramente cocinados. Y como os digo, al río

Y allí veías pasar algún cadáver flotando. Desde los quemados hasta los ligeramente hechos. De todo había. Alguno incluso se había retorcido por el efecto del calor y parecía que te saludaba al pasar flotando. Era un espectáculo muy bonito y muy edificante.

La ceremonia era curiosa. Primero lanzaban las prendas del fiambre al río. Evidentemente unas decenas de metros había otros que las recogían para reutilizarlas, toma no. Luego ponían al señor en la pira, prendían fuego y al final como os digo, lo que quedaba de lo que había sido un ser semoviente iba a parar al caudaloso río Bagmati.

Y todo esto mezclado con las abluciones y los ritos de purificación que hacían los katmanduítas. O sea, bañarse y llevarse a la boca agua del río en el que flotaban lo que hasta hacía poco tiempo habían sido personas y ahora habían pasado al estado de torrezno. 

No sé yo, no sé si esto era muy espiritual. Mas bien era una cochinada y una fuente de infecciones. Y aquí sí que no puse en práctica ese refrán de "donde fueres, haz lo que vieres". Ni me bañé en el río ni llevé a mi boca tan poco apetecible agua.

No no no


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