domingo, 16 de marzo de 2014

Capitulo decimo segundo "fronteras, parte tres"



Verano de 1994, frontera entre Alemania y la República Checa

Un gran viaje. Cuatro amigos del pueblo, con edades entre 27 (servidor) y 33; tres semanas haciendo el pingo por lo que había sido el otro lado del telón de acero.

La primera etapa que quemamos fue Peralta-Friburgo (Alemán, no suizo). Eran fiestas en Friburgo (nos sorprendió que no había maderos en las calles y que no echasen vacas) y allí nos enteramos que la diferencia entre fiestas y no fiestas en Alemania es que en no fiestas beben cerveza y en fiestas vino. Curioso

Bueno, a lo que estamos. Tomamos una maravillosa autobahn alemana de tres carriles en cada sentido. Pusimos el vehículo a doscientos diez por hora y a darle caña. En poco rato alcanzamos la frontera. Un edificio moderno hecho por un arquitecto moderno, cristal, acero y aluminio. Unos potentes vehículos de la policía alemana. Informática para el control de pasaportes. Los alemanes muy educados haciendo fila. Y sobre todo, un gigantesco cartel " Bundesrepublik Deutschland "

"Esta gente son la ostia".

Cruzamos a la república checa. La autopista se transformó en una carretera secundaria sin arcenes. Una caseta con techo de uralita servía para hacer el cambio de moneda. Un funcionario con el cuño golpeaba sobre el mostrador. Unos inodoros (hoy no hay foto) parecidos a los del otro día. La señora del cambio era de tal tonelaje que daba la sensación de que habían construido la cabaña en torno a ella. Unos destartalados wartburg quintos míos como coches policiales. Y moscas, muchas moscas.

Cien metros mas adelante en la citada carretera empezaba una larga fila de chicas ejerciendo el oficio mas antiguo del mundo, y un montón de alemanes haciendo también fila, como en la frontera, fijando alegremente el precio de sus servicios aprovechándose de su cartera llena y del bajo nivel de vida en esta república.

Fue la primera vez que vi el turismo sexual, no hay que ir al caribe o a filipinas, lo tenemos en la puerta de casa. Coges tu mercedes europeo, tus euros europeo, y tu grasiento cuerpo europeo y cruzas al país de al lado a tirarte carne fresca joven.

La fila de chicas llegaba hasta Cheb, a razón de tres o cuatro por kilómetro

"Esta gente son la ostia"

Parece mentira lo que cambia el significado de una frase en función de la entonación que le des.

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