viernes, 8 de noviembre de 2013

Capítulo octogésimo tercero “tontadas que sólo se hacen cuando vas de viaje”



La verdad es que no se qué tiene salir de casa, pero hay personas que sufren una curiosa metamorfosis. Me explico. Actividades que en tu pueblo o ciudad ni te apetece hacerlas ni en la puta vida se te ha ocurrido afrontarlas, cuando vas de viaje y sobre todo cuanto más lejos te vas, las haces

Yo ya os he contado deportes y sustos que he practicado cuando tenía veinticinco años, o sea, hace seis. Parapente, un cursillo de buceo, escalada de corredores helados, descenso de barrancos y hasta hice mis pinitos con la escalada, sencilla eso sí, pero con una torta considerable. A más de todo esto, por mi profesión, no tengo ningún problema en subir a cualquier tipo de andamio a cualquier altura. Vamos, que no soy un miedica.

Pero una cosa tenemos de ventaja en España, la seguridad social y los servicios de rescate, tanto de Guardia Civil como de Samur o bomberos.

Y estas cosas, por desgracia, en países tan avanzados como Zambia, Zimbabue o Kenia no las hay.

Acordaos de esas turistas navarras que estuvieron una semana en Ankara por que el globo en el que iban fue al suelo. Seguro que en Pamplona nunca montaron en globo, pero “como estamos de vacaciones, yujuuuu, hay que hacer cosas que en casa no haríamos”

Pues eso, el tonto, que en casa no lo haces

En Kenia me tocó una turista con la espalda rota por una caída de caballo. Tuvo que ser evacuada en un avión de línea regular que adecuaron para ella. 

Yo si salgo fuera de casa procuro minimizar los riesgos. Que para hacer el indio lo hago más a gusto en España. 

Los últimos días del viaje a Namibia que se desarrollaron en las cataratas victoria. Allí había una serie de “actividades divertidas” para hacer. Una era cruzar en una tirolina de punta a punta del barranco de las cataratas. La tirolina tendría unos doscientos metros de largo y el tortazo era de otros doscientos. Mira, cuando vi a una india (india de la India, no era chiricagüa) montarse en la silleta y cruzar de punta a punta gritando de emoción CON UN BEBE EN BRAZOS pude apreciar que el nivel de estupidez humana estaba mucho más alto de lo que supuse. 

Otra era tirarse atado de una goma para “experimentar una sensación única”. La goma estaba calculada en función del peso del señor. Y los cálculos los hacía un oriundo que tenía a su lado una surtida colección de botellines de cerveza. Por los cojones me ato a un arnés que llevaría más de mil saltos y con una goma cuyo límite elástico era función del contenido etílico del que manejaba las tablas. Y el salto era de más de doscientos metros

En el viaje a África nos acompañaba un señor que era la viva imagen de Herman Monster. Tanto en lo físico como en los hechos. De hecho, el día que fuimos a la granja de guepardos mientras nos estábamos fotografiando estuvo a un palmo de pisarle el rabo a uno de los guepardos. Vaya la que se hubiera montado cuando a un gatito de ochenta kilos le planta la zarpa encima de la colita un algarrobo de cien kilos. Nos hubiera faltado sabana para correr.

Había otra que era el descenso del río Zambeze en barca. Pues bien, ese descenso está clasificado con un cinco en la escala de rafting. El tope es seis. Y nos vendían el viaje como una “descarga de adrenalina”. Mi compañero y yo decidimos no bajar. Y el resto de nuestra expedición venga a animarnos. Bajad, bajad, ya veréis que bien. Yo tenía claro que no me montaba en un bote con otros ocho novatos a hacer un descenso de grado cinco, y menos con Herman cerca, que si no te ahogas te podía meter el remo en los dientes.

Ya hicieron el descenso, ya. Naufragaron y al salir, si tenía que haber ocho cabezas en el río no había más que siete. Faltaba una chica. Alguna experiencia similar he tenido y los segundos se hacen horas. Pasan los minutos y la moza no aparece. Su marido desesperado. Y al final la ven, unos cuantos metros más abajo y medio desfallecida agarrada a una roca

“Nunca más” nos dijo el matrimonio después.

Otras se tiraron en paracaídas

“¿Lo habéis probado en España?”
“No nunca. Es que en España no nos lo planteamos. Pero aquí si”
“Ya. Muy lógico”

Lo más gracioso es que antes de cualquiera de estas actividades te hacen firmar una serie de papelotes en los que eximes de responsabilidad y de exigencias de rescate a la agencia y al estado africano de turno. Oye, y la gente se mete con una alegría que para qué.

Es que nos transformamos. Bebemos y comemos cosas que en casa no lo haríamos ni por todo el oro del mundo. Y nos jugamos la pelleta a lo tonto e innecesariamente sin darnos cuenta de que estamos a diez mil kilómetros de la civilización en línea recta y que cualquier accidente puede ser chungo, chungo, chungo

Pero ya se sabe, estoy de vacaciones y tengo que hacer cosas que nunca he hecho. Y no las has hecho porque lo lógico en no hacerlas. Pero de vacaciones nos volvemos gilipollas.

Os pongo una foto de la tirolina y de la garita desde donde se tiraban con la gomita.


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