lunes, 4 de marzo de 2019

Capítulo ducentésimo sexagésimo cuarto: "El gran desafío"

Música de hoy, dado que va de apuestas, vamos con la banda sonora de "El Golpe". Al piano Scott Joplin


Chula la playa ¿Ehhh?



Pues sí amigüitos sí. Reconozco que soy entre chulín y chuleta, cosa que muchas veces me ha traído algún disgusto. Es que no se puede ir por la vida de enterao, eso está claro

La última fase del viaje consistió en cuatro días de navegación por el Canal de Mozambique en un bonito barco de vela de madera. Hombre, la cosa tenía truco, tenía motor y fue con lo que hicimos la mayoría del trayecto. Eso sí, el motor era de lo mas silencioso y hasta te acunaba en ese sopor que te invade cuando estás en África. No pocas páginas cayeron a la sombra de la toldilla, con siempre algo de comer cerca y con algún que otro mojito aun mas cerca. 

La navegación siempre era próximos a la costa, a menos de dos millas de la misma. Fijáos en el punto naútico, que hablo en millas. De vez en cuando fondeábamos y nos zambullíamos a hacer snorkel, eso del tubo a ver peces. Menudos fondos coralinos que tiene la isla, nada que envidiar a cualquier otra costa tropical del mundo

Por la noche cogíamos la chalupa que llevábamos remolcada e íbamos a la playa. Allá nuetra tripulación montaba el campamento, hacía la cena, cenábamos como señores coloniales, un rato de palmeo y baile en torno al fuego, otro rato de conversación tumbados boca arriba en la playa y a dormir, que al otro día en cuanto salía el sol empezaba la actividad.

No sé exactamente como salió el tema, si fue Yoli la que dijo "algunas veces en vez de en la barca, algunos han ido nadando desde el barco a la playa" o fue algún compañero el que se descolgó con "igual se puede desembarcar en vez de en la barca, nadando". El caso es que a servidor le salió la vena deportiva y dije

"Pues hoy voy yo nadando desde el barco a la playa". Era una distancia en torno al medio kilómetro, no mas. Cosa sencilla a poco que nades. Pero va y Noemí salta con lo de 

"Venga. Te echo una carrera. A ver quien llega primero"

Y yo sin encomedarme ni a Manitú ni a Satanás

"Vale. Pero nos jugamos algo"
"Bien ¿Que?"
"Una cena para todos"
"Venga, aceptado."

Pues si yo soy un chuleta, la Noemí no se queda atrás. Así que el desafío y el reto estaba fijado

Evidentemente yo me puse a reflexionar

"A ver Jesús. Te has metido a hacer una carrera a nado con una catalana que es veinte años mas joven que tú. Y encima en Cataluña a los críos les enseñan a nadar antes que a andar. Y encima, casi todos entrenan. Vas a perder, lo sabes, y las has cagado"

Y encima, por si fuera poco, la Noe me salta con

"Y después de llegar a la playa, hay que seguir corriendo hasta aquella palmera"
"Venga, vale. Hasta la palmera"

Y yo seguí reflexionando

"A ver Jesús. Vas a salir del agua hiperventilado y con las pulsaciones al mil. Y encima ¿Dices que te vas a poner a correr?. Anda ya, a tí te va a dar algo"

Pero bueno, el mal ya estaba hecho. Así que solo quedaba hacer la carrera y aceptar la derrota.

Nos pusimos en la borda. Saltamos al agua. Y empezamos a nadar.

Me puse a la par que Noe, por intentar evaluar el ritmo que tendría que llevar y a ver si lo podía mantener. 

Y ohhhhhh. Mantenía su ritmo sin mucho esfuerzo. Evidentemente me entró la duda de que estaba reservando fuerzas y que esperaba que yo tirara fuerte para agotarme y luego humillarme.

Pero bueno, me jugué el todo por el todo y metí la directa. Poco a poco vi como se iba quedando atrás. Llegué a la playa con la suficiente ventaja como para ir andando hasta la palmera, recostarme en la misma y esperar tranquilamente a que Noe llegara. 

"Bufff, argfff, burrrffff, estás en forma tío"

En ese momento la isla de Madagascar se me quedó pequeña. No cabía en la misma de satisfacción.

La verdad es que me alegré mucho tanto por mis compañeros de viaje como por la tripulación que nos acompañaba. Si no hubiera ganado, hubiese tenido que hacer algo que no quería hacer, pero que no tenía otro remedio. Rápido y sin hacerles sufrir, tendría que haber acabado con todos ellos a pesar de lo mucho que los aprecio y hundir el barco para no dejar testigos. Está claro que yo no vuelvo a España con una apuesta deportiva perdida, mis compañeros de crosstrain me habrían condenado al ostracismo de por vida. 

Ahora puedo confesároslo amigos míos. Ese día, vuestra vida pendió de un delgado hilo. 

Por cierto, alguien debe una cena.

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