lunes, 10 de diciembre de 2018

Capítulo ducentésimo quincuagésimo segundo: "El barítono del Manambolo"

Música de hoy, pues hoy no hay música. Al final, hay otra cosa






Esos cinco días de remo por el río fueron magníficos. Estar cinco días metido en el río es un reencuentro con uno mismo. Son muchas horas de darle al remo en soledad, dado que poca conversación puedes tener con tu remero. Y todas esas horas suponen poner en orden tus pensamientos, vamos, que cada cosa acaba ocupando un sitio diferente en el AZ de tu cabeza

Según pasan los días, el paisaje va cambiando. Los tres primeros días vas remando por una llanura infinita. Los dos últimos, el río se encañona y el horizonte desaparece

Creo que fue el cuarto día cuando Helmsman empezó a cantar. El tío tiene una voz bonita y entona bien. Casi me atrevería a decir que con una correcta educación musical podría ser un barítono bastante aceptable. Y por lo menos un buen cantante.

No sé como, pero esa mañana le dio como os digo por cantar. Nuestra canoa iba en cabeza de la expedición, seguidos de cerca por la de Edu. Quizá fue el cambio de paisaje, pero cuando el  río se encajó como os digo, Helmsman empezó con sus cánticos. Alguna canción malgache, supongo. Una melodía un tanto melancólica

Y estuvo un buen rato con el cante.

Para fortuna de todos Edu llevaba una cámara de esas deportivas, una Gopro. Iba grabando el descenso y pilló el canto de Helmsman de pleno.

Yo instintivamente sincronicé mi remada con la de el, por esto de hacer menos ruido y distorsionar el rato lo menos posible.

Os dejo con el rato en el que Helmsman cantó. Tiene su magia


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