lunes, 22 de octubre de 2018

Capítulo ducentésimo cuadragésimo quinto: "Hospital de campaña"

Música de hoy, del album "Cowboys from hell" de Pantera. "Medicine man". Ojo con el volumen que los panteras dan caña





Pues ahí os dejé la semana pasada, que os conté un poco por encima lo que fue el descenso del río Manambolo. Y os dije que pasaron cosas, muchas cosas. Hoy os coy a contar una de las anécdotas curiosas que nos sucedieron. Digna de una película de Berlanga esta. Esta y otras que nos ocurrieron, que esos cinco días fueron un no parar de ir con los ojos abiertos como platos contemplando el surrealismo llevado hasta sus últimas consecuencias

Es que menuda facha llevábamos. En cada canoa íbamos un negro, un blanco y un pollo. Parece de chiste costumbrista, pero así era. Ya os podéis imaginar que la única forma de llevar el alimento y que "aguante" es así, llevándolo vivo. Y así viajábamos. O remábamos

Pues iba yo tranquilamente disfrutando de la mañana en compañía de Helmsman, mi piraguista, cuando noté que viraba la canoa en dirección a la orilla. El descenso es un continuo "esear" por el río, o sea hacer eses. Hay que ir siempre buscando la zonas con mas fondos y evitando los bancos de arena para no atascar. Pero estábamos en una zona con relativa profundidad cuando noté eso, que Helmsman apuntaba a la orilla. Y vi que la piragua que me precedía hacía lo mismo. Enfilaba a la orilla.

En el idioma común de ambos, en el navarro-malgache, pregunté a Helmsman a ver que pasaba. La conversación mas o menos fue:

"Ehhhhhh", empecé yo, a la vez que volvía la cabeza para mirarlo y elevaba los hombros.
"Ehhhhhh", contestó Helmsman señalando con el remo a una pareja que estaba en la orilla
"Ahhhhhh", afirmé yo, dando por concluida tan profunda charla

Me fijé en la pareja de la orilla, que estaban haciéndonos señas para que nos acercáramos. Se nota a la legua cuando alguien te saluda o cuando alguien te pide que te acerques. Y en este caso, era lo segundo.

Para cuando Helmsman y yo llegamos a la orilla otra piragua ya había llegado. Y nos encontramos con el panorama. 

Un malgache con la cabeza abierta, con un pedazo brecha que iba desde la parte de arriba del cogote hasta casi la ceja. Una herida como dios manda. Y con pinta que llevaba varios días, dado que mostraba signos de infección

Llegó Yoli y se puso a hablar con el personal. Resulta que el de la cabeza abierta había tenido una pelea con otro y el segundo zanjó el tema de una manera tan expeditiva como es darle con una tabla en la cabeza al primero y ya está. Para que vamos a discutir si lo podemos resolver a hostias

El caso es que nos estaban pidiendo ayuda para que lo curásemos, y como os digo, la herida tenía pinta de cualquier cosa menos de buen aspecto. En el grupo venía Gema, que es médico,  Edu, que es enfermero y Frisco, el guía local, que era un tipo muy apañao. Con lo que el tema de la mano de obra estaba cubierto

Sacamos cada uno nuestros botiquines y entre todos preparamos el quirófano. Limpiaron la herida con suero fisiológico que llevaba yo del botiquín de la obra. Con un palillo de plástico y algodón retiraron los restos de porquería (que lo había, y mucho), y a base de betadine y demás dejaron aquello medianamente presentable.

Luego apósitos limpios, esparadapo y un vendaje para sujetar el parche.

Lo dejamos tan guapo y tan apañado

A todo esto y mientras lo "operaban" el malgache estaba fuma que te fuma. Era para ver el cuadro. Uno con el betadine en la mano limpiando la herida y el herido dándole al tabaco y fumando como si le fuera la vida en ello

Noe se aproximó al grupo. Se ve que los que estábamos allá tenemos el olfato un poco atrofiado, pero ella lo notó a cinco metros

"Joder, como huele a ron el tío. Tira para atrás"

Y otro compañero que llegó corroboró la apreciación

"Buffff. Este se ha bebido la producción de ron de caña de la localidad. Que pestazo"

Pues eso. Que fumando y medio borracho. Y nosotros apañándole la cabeza al tipo.

Concluimos con éxito la intervención y la médico del grupo, Gema, le dio el alta al tipo. Le entregamos unos analgésicos y ya le dimos unos sabios consejos

"Y no te pelees mas. Y no bebas tanto. Y no fumes tanto. Y procura......."

Y mientras le iban traduciendo, el otro asentía con la cabeza. En esto por todo el mundo todo el mundo somos iguales ante los consejos hipocráticos. Siempre diciendo que sí y por dentro pensando

"Tócame los cojones que yo voy ha hacer lo que me de la gana"

Lo triste el caso es que si no llegamos a pasar nosotros por el río, y no había ninguna otra expedición, el muchacho se habría quedado con la cabeza abierta, sin curar, sin desinfectar (y la infección ya estaba avanzada) y sin ningún tipo de cuidado.

Cuando viajas a África aprendes el valor de un triste bote de betadine. Que aunque os pueda parecer dramático, puede significar mucho. Mas de lo que os imagináis amigüitos

Mirad que foto tan chula hice de un atardecer en el Manambolo


Fijaos en la orilla del río, que parece una playa


Esta, con los pollos en primer término. Que pobres, que final tan indigno tuvieron


Y mis compañeros, los que me padecieron, al completo

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