lunes, 8 de enero de 2018

Capítulo ducentésimo vigésimo "El cielo está enladrillado, quien lo desenladrillará, el......."

Música de hoy, "Thick as a brick", de Jethro Tull, ya que la cosa va de ladrillos hoy





Ya os he contado otras veces la paciencia que hace falta para moverse por Madagascar. Pocas carreteras, de ellas muy pocas asfaltadas y las que están asfaltadas tienen mas baches que para qué. O sea que todo lo que conlleve logística en este país es un puto problema. Para que os hagáis una idea, los costes de transporte para cualquier producto manufacturado en África suponen de media un 40% más que en Europa, o sea que en Madagascar no me quiero ni imaginar a cuanto puede subir esta cifra. Evidentemente los costos finales son mas baratos a base de...... pagar poco a la mano de obra nativa. Pero eso es otra historia

Esto implica lo que implica. Que en Madagascar lo que se necesita, se intenta fabricar en el lugar donde se necesita. El transporte es carísimo y queda para "cosas caras". Las "cosas baratas", eso es, con poco valor añadido, hay que fabricarlas cerca. Pues con los ladrillos pasa eso. Los ladrillos en cualquier lugar del mundo son "cosas baratas" y como tal, transportarlos los encarece mucho en países como en el que servidor estuvo.

Así que en Madagascar, se intenta siempre hacer los ladrillos cerca de donde se van a consumir y evidentemente cerca de una carretera. El día que vi como hacían los ladrillos mis ojos de aparejador se anegaron de lágrimas. Aquello era un viaje en el tiempo, una forma de fabricar ladrillos más cerca del siglo XII que del XVIII. Todo un viaje en el tiempo.

Cuando servidor estudió su carrera (ahora se llama grado) nos hicieron aprender un montón de cosas inútiles. Una de ellas era la clasificación de los ladrillos en función de su grado de cocción. Una tontería, dado que ahora los materiales cerámicos se cuecen en hornos o continuos o muy precisos, con lo que todos los ladrillos, tejas y baldosas salen iguales. La clasificación, de peor cocidos a muy cocidos, era porteros, pardos, pintones, recochos, escafilados y santos. Los buenos eran los recochos, con cocción óptima. Los otros o estaban pasados o poco hechos y era de peor calidad. Pues allá, ante mis jóvenes ojos, se desarrollaba un sistema de alfarería ladrillera similar al siglo XII. Por poco lloro de emoción

El proceso empezaba en el cuando, no el el como. El cuando es cuando se puede. Y se puede en el periodo entre cosecha y cosecha. Tras recoger el arroz, el limo depositado es un lodo ´de buena calidad para ser convertido en pieza cerámica. Así que con paciencia, azada, saco y al hombro, se procede a sacar ese limo del fondo de la parcela anegada. Para que os hagáis una idea


De esta parcela, en cuanto cojan el arroz, van a extraer lodo para 
ladrillos


En esta veis dos parcelas, la de la izquierda aún con cosecha y
la de la derecha sacándose lodo

Total que van sacando montañas de barro y lo transportan al sitio donde se hacen los ladrillos.


Los montones de arcilla

Pues los ladrillo  los hacen de uno en uno, a mano y con molde, como hace un siglo. Ved al malgache liado a la tarea





El montón a su derecha y la caja de madera a la izquierda. Hace uno,
lo desmolda y a por otro 

Los ladrillos moldeados los dejan apilados en el lateral, con huecos para que corra el viento y los vaya secando. Tras esto, los llevan a otra explanada y los ponen en el suelo para que siga dándoles el aire y sigan secándose

Moviendo el material


Secándose al sol




Fijaos en los "túmulos" al fondo

Cuando ya los ladrillos están secos al tacto, los vuelven a mover y los van apilando. Van dejando huecos entre ellos y abajo tres cavidades. Es esto


Haciendo el horno


Fijaos en el peso que llevan estas mujeres en la cabeza

Cuando acaban de hacer el horno, meten leña por las troneras de abajo. Le pegan fuego y el calor circula por los espacios que han dejado entre un ladrillo y otro. Y ese aire caliente va cociendo los ladrillos. Toda una obra de artesanía


Y el horno ya construido y con la cocción acabada

Luego esperan un par de días a que "se enfríe" y se sacan los ladrillos. Los de fuera, que no se han cocido, vuelven a otro horno y vuelta a empezar. Como os digo este trabajo se realiza aprovechando los limos de las parcelas que están en barbecho.

Y aquí, un tenderete al lado de la "tejería"



Como os digo, fijaos en el peso que llevan en la cabeza

La sensación que te queda cuando ves esta forma de trabajar es que este oficio es duro como un demonio. El señor que se dedicaba a voltear barro y el que moldeaba ladrillos tenían menos grasa que una alambre. Un trabajo jodido, pero jodido jodido

No pude menos que intentar evaluar la calidad el material acabado, de los ladrillos. Es sencillo, hacer chocar uno contra otro y si es buen material sonará como "clinggggg". En este caso sonaba a "cloccccc", o sea que justito justito. Por cierto, que también cuecen tejas, pero estas estaban bastante mejor cocidas, estas sí que sonaban "clinggggg"

Con estos ladrillos se hacían las casas "de los ricos". Los pobres se tenían con contentar con paredes de barro apilado. Esto genera grandes problemas en la época de lluvias; si el tejado no funciona como debe, las paredes comienzan a empaparse y la choza simplemente se derrumba

¿Que hace el malgache cuando se queda sin casa?. Pues se encoge de hombros, se pasa a casa de un vecino y cuando vuelve la época seca se hace otra choza. Y así es la vida en Madagascar. Y así es ir de turista a Madagascar, un viaje en el tiempo a otra época mucho más rural y mucho más dura. 

Os dejo con una de las imágenes más habituales en Madagascar. Un camión averiado y el rebaño de cebúes


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