martes, 24 de octubre de 2017

Tengo un motivo menos para escribir

Música de hoy, no podía ser de otra forma. El gran Morricone, el hombre que hace que la música sean sentimientos. "La muerte de un soldado"





Os conté hace poco que ya he entrado en la época de la resta. Es esa época de la vida en la que a final de año tienes menos de lo que tenías al principio. Y os conté que entre las personas que hemos trabajado juntos se crea un vínculo especial, como el que yo tenía con Félix, Pedro, Fernando y como no, con mi padre

Como os digo en el título amigos, tengo un motivo menos para escribir. Leo, el bueno de Leo, ha muerto tras siete años de lucha. Siete años haciendo envidos a esa enfermedad a la que uno de cada tres conoceremos. Y al final Leo, ha perdido la partida.

Y tengo un motivo menos para escribir por que sé que Leo era de los que me leía a diario y sé que le alegraba unos segundos el día y durante un ratito se olvidaba del cáncer que tenía dentro. Esa razón, el saber que estaba ayudando a alguien con mis tonterías diarias, es una de las causas por las que día tras días escribo y estoy con vosotros

El último viernes de septiembre cerré mi bolsa de viaje tras repasar que nada faltaba. Salía de viaje el domingo uno de octubre a unas vacaciones soñadas y planeadas, un viaje de los que sabía que no iba a olvidar. El sábado tenía lío, era el open de Diario de Navarra, así que tuve que dejar todo listo ese viernes que os digo. Tras cerrar la cremallera me encaminé a hacer algo que sabía que iba a ser duro, pero que era imprescindible e inevitable

Me fui a despedirme de Leo

Fueron tres horas de charla, de alguna risa y de muchos recuerdos. De rememorar los tiempos en los que junto a Jorge y Carlos andábamos metidos en el Consejo Local de Medio Ambiente. De recordar el entusiasmo con el que empezamos y como poco a poco nos fuimos desengañando. De volver a hablar de los aclareos en el monte. De la empresa. De amigos comunes. Un poco de todo  pero de nadie. Del futuro, y eso fue lo más duro

Una gran conversación. 

Tras esas tres horas, nos despedimos. Me deseó que disfrutara mucho con mi viaje y yo no fui capaz de decirle nada. Y un último abrazo y comprobar lo delgado que estaba. Nos dimos la espalda, salí de su casa y tras cerrar la cancela corrí a refugiarme en mi coche para soltar lágrimas a gusto. Ambos teníamos claro que no nos íbamos a volver a ver

Pues yo trabajé con Leo. Además compartíamos el amor por la naturaleza y habíamos plantado árboles juntos. También habíamos discutido, junto con Carlos y Jorge y Alfredo como no podía ser de otra forma, de que había que hacer y que no en nuestros montes. Y hasta hice una carrera de triathlon junto a Tere y a el. Y hasta creo que teníamos un humor parecido. Todo eso crea muchos vínculos y muy fuertes. 

Hasta siempre Leo. Echaré en falta tus fotos de calas y hortensias en el facebook.




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