miércoles, 20 de septiembre de 2017

Réquiem por los albañiles

Música de hoy, vamos con algo emotivo "Cruzando el paraíso"






Es curioso como al ir creciendo vamos cambiando de operación matemática. La edad no es lo que marca ese cambio; no hay una barrera temporal. Ni tampoco un hecho. Es que un día te das cuenta que has dejado de sumar y que ya llevas un tiempo restando.

Con las sensaciones espero yo y voto a bríos por que no me ocurra. Entiendo que hasta el final de nuestros días seguimos sumando sensaciones nuevas. Pero un día te das cuenta que hace tiempo tenías más cosas que las que ahora te quedan. Ese tiempo, el mayor ladrón que hay, que va robando personas que has querido y con las que has compartido mucho

El hecho de trabajar juntos crea una complicidad especial entre las personas, y más si ese trabajo es físico y aún más si ese trabajo es al aire libre. No me preguntéis por qué, pero en mi caso así es. 

Yo tuve la suerte de trabajar codo a codo con mi padre. Primero como "peón ordinario" y al final como "socio". Si, como os digo, el trabajar crea lazos especiales, el haber trabajado con tu padre es algo mas especial.

Además tuve la inmensa suerte de siendo un chaval ir a un tajo donde trabajaban personas con una calidad humana tremenda. Yo cambiaba una escuela en invierno por otra en verano. En invierno eran unos maestros los que me enseñaban unas cosas y en verano eran otros. Y así como hay recuerdos que se van perdiendo con el tiempo, los que amasé en la obra, y nunca mejor dicho, ahí permanecen tan nítidos como el primer día. Aquello sí que era "formación continua". Aquellos albañiles eran maestros para un chaval como yo

Y ahora en un año tres de ellos ya no están. Primero fue Pedro, un personaje peculiar con un carácter de la ostia, pero que en cuanto lo conocías veías que era un gran tipo. Luego Félix, el hombre grande, pero que aún a pesar de su tamaño tenía un corazón tan tremendo que no le cabía en el pecho. Y el otro día Fernando, el que siempre reaccionaba a todo con humor y que no conocía el rencor.

Creo empecé la edad de restar hace siete años, con la muerte de mi padre. Luego, hace un par de años, bajando del monte, me encontré con Pedro, que estaba ya con un pedazo cáncer tremendo. Hacía tiempo que no lo veía, pero se me partió el alma ver a semejante hombrachón abatido y rendido y en el mismo estado que mi padre. Ese momento, tras una breve conversación con él y al darnos la espalda, definitivamente asumí que yo ya había entrado en la época de mi vida de la resta. Luego al poco y por sorpresa nos enteramos de la muerte de Félix, el bueno de Félix. Y ahora, pocos meses después, Fernando, el otro albañil, ha llegado al final

Gran parte de mi tajo de maestros ya no están. Trabajar con mi padre y trabajar con el tajo de albañiles que con el iban fue un honor y una suerte. Solo puedo estar agradecido a todos ellos. Me enseñaron a querer esta profesión y me ayudaron a forjar este carácter que tengo

Sería fácil decir algo así como "allá donde estéis estaréis haciendo una obra" o algo así. Pero para los que no creemos en nada, y los amigüitos lo sabéis, sería puro cinismo. Mientras, me quedo con los recuerdos de todo lo que me enseñaron. Eso nunca restará

Adiós a  Cárlos, Pedro, Félix y Fernando. Fuisteis unos maestros


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