viernes, 10 de junio de 2016

Consejo para el verano

Música de hoy, "Never to far", de Mike Oldfield. Interpretado por Tarja Turunen




Llega el verano amigüitos, ahí está a la vuelta de la esquina. Y, entre otras cosas, tiene algo muy bueno. Los huertos se llenan con algo tan o tan delicioso o tan odiado como es el tomate. Yo me encuentro en el primer grupo, soy un tomate-adicto, pero hay otro sector, y no pequeño, que no puede con este fruto

Encima los que vamos cumpliendo edad vamos viendo como algunos de nuestros compañeros de correrías en la vida les da por las tareas hortícolas y van criando ejemplares que da gloria verlos. Y por si fuera poco, van mejorando sus conocimientos de huerta de año en año y entran en una competencia entre unos y otros a ver quien cría mejor tomate

Y este pique es apreciado y aplaudido por el resto de la peña, que disfrutamos de ese manjar y de ese "pique" entre ellos

Pero ojo. Ojito con el tomate

Lo habitual, se vuelve normal, cuando no debería serlo. Tomates, berenjenas...... todas son de la misma familia y todas tienen algo que común. Que su fruto es una baya, ni más ni menos. Ya los amigüitos estaréis rascándoos la cabeza prevenidos. Una baya, vaya vaya. Ya sabemos que la mayoría de las bayas son venenosas; no todas, pero si muchas. 

Los tomates contienen un glicoalcaloide que tiene el previsible nombre de tomatina. No os voy a aburrir ni con la fórmula ni con los enlaces de que carajo es un glicoalcaloide. Os lo perdono (por hoy). Pues los tomates cuando están verdes contienen esta sustancia que os digo. 


¿Por qué cuando están verdes? Pues por que la naturaleza es así, se defiende. Cuando están verdes los tomates también están verdes las semillas y no son capaces de fructificar. Así que tienen la tomatina esta y los animales, listos ellos, lo saben y se cuidan muy mucho de comer tomates verdes. Pero cuando están ya maduros la semilla está lista para fructificar. Y o un pájaro o cualquier otro animal en ese momento sí que se los come y traslada la semilla a otro lugar hasta que, vía heces, se deposita y posibilita que otra tomatera nazca. La naturaleza es así, es fruto de cientos de millones de años de prueba y error

Así que ya sabéis. La planta de tomate, las partes que veis verdes, son venenosas. El fruto ya maduro no. O sea, que no se os ocurra "por dejar bonita la ensalada" adornarla con hojas de tomates o con tallos de tomate en rama. 

Eso sí, su toxicidad en los frutos es reducida. Hace falta comerse más de cinco quilos de tomates verdes para que te haga pupa. Pero evitad siempre los tallos o las hojas. Por prudencia. Y por sapiencia.

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