martes, 2 de febrero de 2016

Cositas desconocidas y curiosas

Música de hoy, caña con saña "Hells bells", de AC DC




Cuando nos hablan de esa cosa que se llama democracia y nos hablan de historia nos retrotraemos inmediatamente a la Grecia Clásica, esa época de dorios jonios y corintios en que la gente se juntaba en el ágora vestida con togas a dialogar. Y pensamos que aquello era un edén de libertad cuando realmente ciudadanos eran unos pocos. Vamos que tiene que ser muy ventajoso ser demócrata y tener esclavos como tenían en aquella época. Sí señor, eso es una democracia de verdad

Y luego pensamos que la democracia no existió hasta que llegó la revolución francesa, con esa forma de igualar a todos que consistía en poner al personal en posición horizontal con la cabeza bajo una cuchilla y proceder a acortarles veinte centímetros de altura por las buenas. Curiosa forma de democracia que se llevó por delante a trescientos mil franceses y que acabó con Francia en manos de un emperador que puso toda Europa perdida de sangre, Napoleón.

Pero hubo un paréntesis democrático en otro lugar que nos pilla muy lejos. En una tierra de cuentos y sueños, en Nizhni Novgorod, en una tierra que es el corazón y el alma de un pueblo que posiblemente es el pueblo que más ha sufrido de todos, el pueblo ruso.

En Novgorod en el siglo XI todos los vecinos del pueblo se juntaban en la plaza al sonido de la campana grande. Aquellas reuniones se llamaban "veche" y allí se tomaban las decisiones que atañían a la ciudad y se solventaban conflictos. Supongo que no era tan idílico y que estarían los caciques de turno haciendo de las suyas, como hoy en día, pero que sepáis eso, que hace mil años ya había lugares donde las decisiones se consensuaban y se tomaban en grupo. Una auténtica democracia vamos

Evidentemente esto no puede tener un final feliz, no puede ser. Así que apareció nuestro amigo Juan, que en ruso se llamaba Iván, y que se había ganado el sobrenombre de "El Terrible". Ya os podéis imaginar por qué era eso y que poco tenía que ver con que fuera un gobernante paternal.

La verdad es que Iván fue un producto de su tiempo, en el que o eras duro o caías. Y en aquella época de boyardos no podías andar con contemplaciones. Pero que en esa época de cafres te pongan "El terrible", tenía que ser por algo. Vamos, un tío de cuidado

Pues eso, que nuestro amigo Iván, creador de la patria rusa como tal y unificador de la misma, se enteró de esto del "veche", de la campana y de las reuniones. Vaya, exclamó Iván. Un sitio donde mi autoridad se pone en tela de juicio.

Así que se plantó en Novgorod al frente de sus tropas, hizo bajar la campana, la azotó públicamente y se la llevó. No hay campana, no hay veche, dijo Iván. Se acabó la incipiente democracia en Rusia por el camino más corto posible.

Así que cuando os digan que "hubo un paréntesis de dos mil años" entre la democracia ateniense y la democracia actual, torced el gesto y contad la historia de la campana de Novgorod y de Iván "El Terrible", y de como acabó aquel intento de democracia.

A latigazos



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