lunes, 7 de diciembre de 2015

Honor en el cielo

Música de hoy, ya que hablamos de cielo, "Heaven", de Brian Adams




La mayor locura colectiva que la historia ha visto ha sido la Segunda Guerra Mundial. Fue el colofón a una salvajada como fue el fascismo y el inicio de otro telón de horror que supuso el comunismo. Y entre medio eso, la II Guerra, la que se empezó a numerar tras la primera. Millones de litros de sangre joven fueron a la tierra y el mundo quedó arrasado. Jóvenes de escasos veinte años, críos que son ahora, llevados al frente a ser carne de cañón.

Aquello fue una autentica barbaridad

Pero como siempre, siempre hay gente con honor que se resiste a perder la humanidad. Hoy es la historia de una de esas personas

En 1943 no estaba claro quien iba ganando. Hitler estaba todavía muy fuerte y Reino Unido estaba siendo machacado por la Luthwaffe. Los británicos se defendían como podías y la ayuda yanqui fue inestimable  y fundamental. 

Tras una misión de bombardeo, un B-17, una "superfortaleza volante" pilotada por un joven teniente llamado Charlie Brown volvía a su base en Inglaterra. Las misiones de bombardeo muchas se realizaban de día, simplemente por que las ayudas electrónicas de hoy en día estaban a cincuenta años de llegar. Eso hacía a esas "superfortalezas" muy vulnerables tanto a la artillería de tierra como al ataque de los veloces cazas alemanes. Y el avión de Charlie resultó seriamente dañado. No funcionaba el timón, un trozo de ala se había desintegrado, la ametralladora de cola había desaparecido con su operador y parte del fuselaje también estaba agujereado. Y toda la tripulación malherida. Charlie llegó a perder la consciencia debido a un trozo de metralla en el hombre. El avión entró en picado, pero el teniente recuperó la consciencia y como puedo evitó el desastre.

Intentó enfilar su B-17 hacia casa cuando se percató que un Bf-109 alemán, un potente caza, se acercaba. Charlie supongo que rezó a sus dioses y se preparó para morir. Eran un blanco facil. El Bf-109 se puso a su lado, hizo un gesto a Brown y le indicó la dirección correcta hacia Inglaterra. Escoltó durante unos minutos al  B-17 y tras eso y tras perdonarles la vida, el Bf-109 giró y desapareció en el cielo. Estaban salvados. El superbonbardero volvió a casa, jodido pero volvió

Brown narró lo sucedido a sus superiores y se le ordenó silenciar la historia. No era momento para decir que los alemanes tenían humanidad. Y aquello calló en el olvido, para todos menos para el joven piloto

Pasaron los años y Brown publicó un anuncio en una revista "buscando al hombre que el 20 de diciembre nos salvó la vida". Y llegó una respuesta. 

Franz Stigler, el piloto del Bf, se puso en contacto y le dijo "fui yo". Vivía en Canadá.

Se reencontraron emocionados y Franz le contó que "jamás podría haber disparado contra un enemigo inerme y desarmado, que eso no era guerra, hubiera sido un asesinato". Y le dijo que también el tuvo que silenciar el hecho, ya que hubiera sido acusado de traición. 

Ambos hombres se reencotraron muchas veces. Se llamaban el uno al otro "hermano"

Murieron en un intervalo de seis meses a la edad de 92 el alemán y 87 el yanqui. En sus obituarios, los dos hicieron referencia a "su hermano".

Siempre hay personas que hasta en las peores situaciones mantienen su humanidad.



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