miércoles, 4 de noviembre de 2015

Los últimos del Sahara

Música de hoy, "Yo te diré" una habanera que forma parte de la película "Los últimos de Filipinas".




Aunque esta historia os parezca increíble es cierta, me la contó en primera persona su protagonista y su palabra me merece toda la confianza del mundo. El lugar, lo que fue el Sahara Español

El proceso de descolonización que se dio en África fue tan nefasto o más que la propia colonización, y el Sahara no fue ajeno a esto. Es más, lo que ocurrió en el Sahara fue mucho más sangrante que lo que pasó en el resto del continente. La descolonización debía dar paso a la formación de nuevos estados independientes, en el caso del Sahara Español lo que ocurrió fue directamente la invasión de este lugar por parte de otra potencia como era Marruecos.

Y detrás estaba el ansia de rapiña de Hassán II por una riqueza que había bajo el suelo Saharaui, el fosfato, un nutriente imprescindible en el proceso industrial de los abonos

Y ahora voy con lo que allí ocurrió. Esto está protagonizado por una persona de una localidad próxima a Peralta Monumental, un tío cabal y que como os digo, no me mintió cuando contó esto que tranquilamente podía formar parte de un guión cinematográfico.

Eran los últimos días de España en el Sahara, se estaba recogiendo todo y a toda prisa. La orden era no dejar absolutamente nada allí. De hecho hasta los interruptores se desmontaban. Todo, todo se tenía que embalar y cargar de vuelta a la penínsulas. Convoyes de camiones en dirección al mar y de ahí a barcos para que todo acabara en la península. Todo el material, tanto civil como militar, tenía que abandonar el Sahara.

Nuestro protagonista conducía un camión de esos que se encargaban del porte. En un momento dado, nada más ni nada menos que un general se encarama a la cabina de su camión y le entrega unas órdenes. Tenía que dirigirse a un punto determinado con el camión y en compañía de otras cuatro personas a recoger unos contenedores.

No es plan de contradecir a un militar con estrellas en el hombro, así que muy obedientes pusieron el morro del camión hacia el lugar

"Vais y cargáis a toda prisa. Volved que el barco os estará esperando, embarcáis y para casa"

Ni cortos ni perezosos fueron a cumplir con la tarea. Cinco tíos jóvenes, en un camión y con ganas de terminar para disfrutar del permiso. Llegaron obedientemente al lugar de marras, cargaron y se encaminaron hacia la costa. Ni que decir que moverse por ese sitio es complicado; complicado y lento. El tema les llevó más de un día y cuando llegaron a la costa vieron el barco en el que debían embarcar...... en el horizonte. 

No quedaba nadie, se habían quedado solos en la costa, cinco tíos y el camión. Bueno, eran soldados a fin de cuentas así que se organizaron. Supusieron que pronto los echarían en falta y que volvería a por ellos. Así que organizaron guardias (iban bien armados y municionados) y vieron como andaban de provisiones. Y de esto tampoco les faltaba, en uno de los fardos apareció un cargamento de mermelada Bebé, de la que hacen en San Adrian. Tenían otro de los contenedores para dormir, tenían comida y tenían armas. Lo que no tenían era radio, pero como os digo confiaban en que volvieran a por ellos. Pobrecitos, no se daban cuenta que el ejército era el español de hace cuarenta años, con lo que eso suponía.

Fueron pasando los días y por allí no aparecía nadie. A todo esto, os diré que estaban al lado de la cinta transportadora de fosfatos. Y mi amigo me contó que uno de ellos empezó con diarreas y con delirios. El clima en el desierto es así, un calor tremendo durante el día y por la noche un frío mortal. Esto, unido a esa dieta a base de mermelada produjeron que alguno de ellos empezara a enfermar

Nuestro amigo, un tío sensato y decidido, vio que por donde iban no iban a ningún lado. Así que decidió que había que salir de allá como fuera. Y el único modo que había era por mar, pero sin barco como que mal. En ese momento estaban cargando un buque de fosfato mediante la cinta transportadora

"Yo me largo. Me monto en la cinta y a la bodega del barco. Y de allá, ya veremos  que hago, pero aquí vamos a morir"
"No jodas, hay que esperar"
"Haced lo que queráis. Yo voy a subir a ese barco. Si puedo os mandaré ayuda"

Así por la noche cruzó las almabradas, se tumbó en la cinta y en poco rato la cinta de marras lo metió en la bodega del buque

"Allí estaba yo tosiendo cuando otro de mis compañeros cayó desde la cinta a mi lado. Y otro, y otro..... todos habían seguido el mismo camino"

Jóvenes, un poco locos.... y armados hasta los dientes. Así que uno de ellos dijo

"Hay que buscar la cocina del barco y comer algo en condiciones. ¿Dónde estará la jodida cocina?"
"Pues donde va a estar. Debajo de la chimenea. ¿Dónde podrías pues una cocina?"

Y con ese razonamiento teníamos a nuestros cinco héroes parapetados tras sus cetmes reglamentarios y buscando que comer. Total que se tropezaron con un marinero y lo encañonaron. El pobre hombre casi muere del susto al ver a esos rambos que había delante

El buque era ruso y se dirigía a Cuba. Y el capitán hablaba perfectamente el español. Total que se entendieron con él (supongo que los cetmes ayudaron) y lo convencieron para que los "acercase" hasta Tenerife. El capitán los creyó cuando le contaron lo que había ocurrido y les dijo que no había problema, que el entraría en el puerto y que allí los desembarcaría

Dicho y hecho en un par de días llegaron a Tenerife. Y protegidos por el manto de la noche, desembarcaron

"Sobre todo no digáis que os hemos visto. Decid que os metisteis de polizones y que aquí os bajasteis, que si no a mi me vais a meter en un follón y vosotros acabaréis en la cárcel"

Pues eso, que al amparo de la noche nuestros héroes volvieron a pisar suelo español. Y como no, fueron a donde va todo el mundo cuando no sabe dónde ir. A la plaza mayor.

El susto que se llevó un municipal cuando vio a los cinco rambos cetme en ristre debió se morrocotudo. Total que aparecieron más municipales, la Guardia Civil, la Policia Nacional, el ejército....... y el follón que se montó debió ser considerable. Como considerable fue la manta de ostias que les cayó, ya que las comunicaciones eran las que eran y el protocolo también. Nadie sabía nada de los cínco últimos del Sahara y lo que en principio las autoridades militares pensaron que eran desertores. Pero bueno, la cosa no acabó mal. Consiguieron localizar al mando que había dado la orden a esos cinco elementos y todo se aclaró.

Finalizaron su servicio militar en la península y la historia es la que os he contado, como os digo, digna de una película

Una última cosa, ellos cumplieron escrupulosamente con el protocolo. Antes de darse el piro, quemaron y destrozaron el camión a base de bombas de mano. 

"No veas lo difícil que es quemar un camión, y lo fácil que parece en las películas"

Pues eso, un pequeño homenaje a "los últimos del Sahara", que como os digo uno de ellos de bien cerca de Peralta Monumental es

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