lunes, 5 de enero de 2015

Una vez fui paje (I)

Otro espanto de música. Otro villancico andino, "estrella de Belén". Si es que soy más malo que Bin Laden



Hubo unos años en que esto de la cabalgata iba a menos. Ahora hay una cofradía que se encarga de esto. Y como siempre os digo, respeto profundamente el trabajo que cualquier persona hace por los demás recibiendo como único pago las críticas y las chanzas. Así que va por ellos, por los que organizan la cabalgata en Peralta Monumental

Como os digo, hace años esto de la cabalgata estaba en horas bajas. Y una de las personas del pueblo de las que siempre están para lo que necesites, entró al bar a reclutar gente. Y nos pilló a mí y a un cuñado mío

"Quesquesinovenísnovaasalirlacabalgata quenohaynadiequequierasalir"
"Joder, diles a otros"
"Quenoquierenadie quehacéisfalta"
"Cagüen to lo que se menea. Siempre......."

Pues eso, que nos dirigimos a la Iglesia a ver que se cocía allí. Y ya estaban todos los cargos adjudicados excepto los pajes de Baltasar. Ya os podéis imaginar quienes acabaron pinturruteados para ejercer tan noble tarea. 

Mi cuñado y yo

No sé que afán tienen los críos por besar a Baltasar. Todos quieren subir con "el negro". Y esa era nuestra tarea, recoger a los tiernos infantes y acercarlos hasta el rey

Dentro de la categoría de los infantes creo que se pueden hacer tres conjuntos. Uno, bebés que aún ni se andan y que los padres casi te los lanzan a las manos para hacerles una foto. Y yo no soy precisamente Iker Casillas. Con este primer conjunto es con los que más sufrí. Entre que intentabas que el niño no se escurriera de las manos, se lo pasabas al Rey y lo devolvías intentando localizar al progenitor-progenitora pasabas unos segundos de auténtica desazón. Y me acordaba de lo loca que está la especie humana. Es que hace falta co....es para entregar a tu hijo en medio de un mar de manos a un elemento que se está volviendo medio loco y montado en un remolque que se mueve. Algún año, tendremos una desgracia

El segundo conjunto lo conformaban los niños que ya se valían por sí mimos. Peques de cuatro o cinco años que subían con los ojos epatados de emoción a besar a su rey y a decirles que habían sido buenos y que esperaban muchos regalos. La verdad, es que este conjunto era llevadero y te reías con ellos. Pero es que se subían por cualquier  lado a la plataforma del remolque, con el consiguiente peligro de que les quedara la palabra "pirelli" marcada en la cara en cualquier momento. Algún año, tendremos una desgracia

Y el peor conjunto era el tercero. Niños de nueve, diez y hasta once años a los que su mamá no les había contado eso de que los papás son los reyes. Y había que ayudarles a subir tirando de ellos

"Hala hijo mío, sube a besar al rey"

Hijo mío era un morlaco de sesenta quilos, ya con incipiente acné y que rayaba en la preadolescencia. Y allí estaba yo, tirando con todas mis fuerzas de semejantes elementos y con unas ganas inmensas de decirle al papá de la criatura que o le contaba a su hijo la verdad o que lo pusiera a régimen. Y todo esto rezando a Manitú para que no se me escurriera y acabara debajo de los ejes de mi carreta. Algún año, tendremos una desgracia

Al otro día tuve las mayores agujetas de mi vida. De verdad, si os toca se pajes, serlo de Gaspar. Es el que menos trabajo da

Algún año, tendremos una desgracia

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