jueves, 16 de octubre de 2014

Situaciones entre albañiles

Música de hoy, un poco de jazz. John Coltrane


Yo tuve la suerte de trabajar con mi padre. La verdad es que hacer uno las cosas con sus manos luego te da otra forma de juzgar si un trabajo está bien hecho o no. No sólo de universidad y libros vive el hombre, como os digo, si primero has hecho tú un trabajo, luego valoras mejor el de los demás. Y guardo muy gratos recuerdos de aquellos años trabajando con las manos. De los años y de la gente con la que me tocó currar. Aprendí mucho, no solo de lo que es la albañilería, también me dieron este aire socarrón que tengo

Pues eso. Un día que alguien cumplió años y trajo un detalle. Unos caramelos de estos tipo tofee, de los de "el caserío". Tras el bocadillo y el trago de vino todos los del tajo cogimos unos cuantos y al bolsillo del buzo, para ir chupando algo a lo largo de la mañana. Al rato oigo al que estaba a cargo de la hormigonera, un señor que llevaba dentadura postiza

"Esusss, esusss"
"¿Qué pasa?"
"E se ma egau el aramelo a la entaura y no uedo hablar ien. No e espega" (Que se me ha pegado el caramelo a la dentadura y no puedo hablar bien. No se despega"

Y esta frase la acompañó sacándose la dentadura postiza de entre las mandíbulas y mostrándome toda la piñada sonriente y con el caramelo de el caserío mordido. Una escena de los más bonita para después del almuerzo. Intentad visualizar unos incisivos, caninos, premolares y molares y en medio un caramelo de estos. Una poética visión. Para facilitaros la tarea imaginativa me he permitido la licencia de hacer un pequeño montaje. Más o menos era esto lo que se me mostró. No me digáis que no es bonito



"¿Y ora e ago?" (¿Y ahora qué hago?)
"Ostia, que se yo. Y quita eso de mi vista. Jodo que asco"

Seguimos el resto de la mañana cada uno del tajo a lo nuestro y a la una, tocaba parar para ir a casa. Uno de nosotros, un tío que aunque no lo parezca era más escrupuloso que otra cosa, se acercó al bidón de agua de la hormigonera para quitarse un poco el sudor y el polvo. 

Procedió a salpicarse la cara con la límpida agua, tras ello a remojarse la nuca, luego los brazos y luego las manos. Se agradece un poco de fresca después de trabajar. Cogió una toalla y se secó con parsimonia. Y en esto, se fija que había un cordelito amarrado a un agujero del bidón y que se perdía en las profundidades del bidón. Mosqueado, procedió a tirar del cordelito. Y apareció al final del mismo la dentadura con el caramelo ya medio derretido todavía mordido.

"Cag......." y procedió a nombrar todo el santoral desde San Aarón hasta San  Zygmut sin dejarse ni uno por medio
"Que ascoooooo. Cagüen...."  y nuevo repaso al listado "Que ascooooo......"

Hasta arcadas le dieron mientras contemplaba y al mismo tiempo era contemplado por el trofeo que había pescado en el bidón.

"Ef e lo he etío pa e se erritiera el aamelo. Ame mis ientes" (Es que los he metido para que se derritiera el caramelo. Dame mis dientes)

No sé como mi compañero contuvo su mala leche (que la tenía y mucha) y no lanzó la dentadura a cascarla. Pero lo hizo.

Pues eso, pequeñas anécdotas diarias que hacían más llevadero el duro oficio de albañil


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