jueves, 17 de julio de 2014

Lección en San Fermín

Música, Bob Dylan. Hurricane. La historia de una injusticia




Esto salió a colación el otro día con un amigüito del Náutico. Algo que le tocó ver

Plaza del Castillo en San Fermín. Todo el mundo contento y feliz. Todo el mundo es amigo de todo el mundo en la maravillosa y acogedora Pamplona. El reino del saludo y del abrazo por una semana. Luego el resto del año ni te miran a la cara, pero bueno. Y entre todo esto, un maremagnum de gente de todos los sitios del mundo. Cientos y cientos de razas y lenguas diferentes.

Y todo adobado con la consabida fetidez, porquería, pis y basura. Que de esto hay, y mucho. Amén del pata garrulo tocaculos que tiene derecho a todo por que "PARA ESO SON FIESTAAAASSSS". 

Como os digo, mi buen amigo sentado con su mujer e hijo en la plaza. Y pasa un pata y deja caer una botella grande al suelo, rompiéndose en varios pedazos cortantes y amenazantes. El tío se larga emitiendo berridos y sonidos guturales y amenizando esto con un buen eructo. 

Pasa la gente esquivando los cristales. Alguien hasta le da con el pie para apartarlo (apartarlo, no retirarlo)

Y aparece en escena nuestro protagonista. Un negrito cargado de gorros, collares, relojes y demás baratijas y pingos. Un hombre que posiblemente se haya jugado la vida en una patera de mala muerte pensando en llegar a la tierra prometida. Un señor que tiene que soportar que le llamen por mil nombres graciosos y que le regateen medio euro por una pulsera.

"Ya ves", piensa el hombre, "Pégate tres meses pateando África y tres días mareado echando la pota en una patera para acabar entre este mar de borrachos, aguantando tontadas para sacar con qué comer."

El negrito pasa al lado de los cristales. Se para y se gira. Coge toda su mercancía como buenamente puede con una mano y con la otra recoge unos cristales, los que puede agarrar. Cargado así va al contenedor del vidrio y los introduce. Vuelve y recoge el resto. Y los lleva de nuevo.Coge un cartón con la mano libre y los pedazos que hay en el suelo los aparta hasta un rincón donde no generen peligro. Todo el mundo viendo la acción y en silencio. Todo el mundo aprendiendo y un poco avergonzado.

Una buena lección que un emigrante posiblemente analfabeto nos dio. Analfabeto pero con mucha educación.


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