jueves, 22 de mayo de 2014

Construyamos Europa

Hoy he estado a punto de tener un accidente. Han entrevistado en la radio al segundo en la lista al PSOE, a Ramón Jaúregui. Y han sido tales las arcadas que me han dado que por poco me salgo de la carretera. Menudo susto, y encima venía una excavadora amarilla de frente. Y al final todo el salmorejo mañanero por la cuneta. Una pena

Parto que me da igual que sea el señor Jaúregui como cualquier otro. Todos van a lo mismo, a pillar un maravilloso puesto de no trabajo. Supongo que si algún eurodiputado leyera esto me explicaría, y posiblemente me convenciera, de lo duro y sacrificado que es eso de estar toda la semana fuera de casa en hotel de cinco estrellas, viajando en business (dentro de Europa no hay first class) acabando la jornada el jueves  y viviendo en la aburrida Bruselas. Pero cuando ves los codazos que hay por entrar en ese sitio, no dejas de fruncir el ceño con un cierto aire de desconfianza ante los argumentos. Para mí ese trabajo tiene algo de maravilloso; no hay que dar cuentas a nadie. Ni a jefe, ni a accionistas, ni a clientes. Es perfecto.

Bueno, que me voy por las ramas. A lo de la entrevista.

Oye, el entrevistador venga a hacerle preguntas y el hombre, hábil como él solo, no ha contestado ni a una de ellas. Hasta ha tenido la desfachatez de enfadarse ante según que inquisiciones.

Todos son iguales. Todos hablan de lo mismo, de “construir Europa” y de lo importante que es Europa y de lo que nos influye Europa. Desde los partidos considerados de “ámbito nacional” hasta los que son “nacionalistas”, todos empeñados en la dichosa construcción. Y todos nos hablan de las ventajas que tiene esto de ser Europeo. Y qué grande va a ser Europa. Ventajas las hay, pero fundamentalmente para ellos.

Hagamos un experimento en nuestro propio país. Yo no lo voy a hacer porque no me pongo nunca malo, pero si algún amigüito por desgracia está pachucho, que lo intente. Simplemente vas a tu médico y que te cargue tu receta en tu tarjeta electrónica sanitaria. Y coges la DKV y te vas a Barcelona de viaje. Tienes prisa y cándidamente piensas en que ya cogerás el medicamento en cualquier farmacia de Barcelona, que hay muchas y que para eso llevas la tarjeta electrónica española. Pobrecito. El sistema informático implantado en Cataluña no se entiende con el resto de comunidades autónomas. Pero no penséis que es una veleidad de los catalanes, que son muy suyos. Si vas a Aragón, o a Castilla León, o a Galicia, estás en las mismas

Los mismos que no venden las ventajas de la Unión Europea, crean cuantas más barreras mejor para defender mejor la Taifa particular.

Claro que a mí me gustaría un estado Europeo de verdad. Y voy a ofrecer mi modelo. Un parlamento único. Con un presidente. Y sin poder legislativo en cada uno de los países miembros, y muchos menos en cada comunidad autónoma.

Me explico, que es sencillo. Leyes únicas para todos los países europeos, o sea, un poder legislativo central, único, fuerte y estable. Y un poder ejecutivo descentralizado, que eso siempre es bueno. Pero las leyes que las hagan iguales para todos los habitantes de Europa. Mientras esto no llegue, esto no va a funcionar.

Ahora bien, ¿Qué hacemos con las decenas de parlamentos estatales y regionales que existen? Pues cerrarlos, que no harían falta. Ahhh no, eso no. ¿Qué vamos a hacer sin políticos nuestrrros que defiendan lo nuestrrrro y a nosotrrrrro? El caos y el acabose sería esto.

Poder legislativo único y central. Poder ejecutivo descentralizado y pequeño, y los jueces a nombrarlos por oposición y escalafón, no a dedo del político de turno.

Todo esto sería más barato, más igualitario, más sencillo, más justo y más operativo. Pero evidentemente esto implica destruir la red de favores, favoritos y favoritismos que nos envuelve. Y creo que para el ciudadano de a pié que sólo sirve para pagar impuestos serían todo ventajas.

Pero eso nunca se hará, porque nos interesa a los amigüitos pero a los que nos gobiernan no.

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