jueves, 15 de mayo de 2014

Capítulo nonagésimo octavo “siempre respeta”

La verdad es que hay veces que te topas con cada compañero de viaje que da para atrás. Me refiero al típico listo, al que lo sabe todo, al que siempre ha comprado algo más barato que tú, al que ha comido lo mismo pero mejor y a menos precio. En resumen, al petardo que a los pocos días todo el grupo lo tiene fichado y huye de él como de la peste
Se caracteriza por saber más que tu guía y más que cualquier libro de viajes. Y por ser un tipo repelente. Y capaz de amargar a cualquier viajero nobel que no sabe identificar a este espécimen y como tratarlo. La receta es siempre la misma, buscar el sitio diagonalmente más lejano de donde se encuentre.
Sí que es cierto que este tipo de elementos cuanto más “raro” es el viaje, menos abunda. Pero como hagáis algún circuito por Europa, aparece fijo
No sé si recordáis el caso de unos chicos españoles que los detuvieron en Lituania por coger una bandera del país. Pues luego supe que les habían avisado por activa y por pasiva que las banderas no se tocan. Pero como soy el lisssto, hago lo que me da la gana. Y acordaos como acabó aquello, que por poco recalan con sus huesos en una cárcel lituana
En la frontera entre Finlandia y Rusia nos comentó la guía que mucho cuidadito. Que no fotos y que ojo con todo. Y nos dijo que el año anterior a un viajero no le dejaron entrar al país, que lo dejaron en Finlandia. ¿Su delito? Hacer pis.
Joder cómo son los rusos me diréis. Pero es que hizo pis a la entrada de la garita de los soldados fronterizos y debajo del mástil de la bandera rusa. Y los soldados, muy educadamente, le dijeron que de pasar a Rusia nada de nada, que siguiera haciendo pis o en Finlandia o en casa de su puta madre
A mí me ocurrió un caso desternillante. Fue en el viaje a Kenia, a la salida. Nos habían advertido por activa y por pasiva que nada de comprar objetos hechos con pelo de elefante o con dientes de animales. Que estaba prohibido, a no ser que lo adquirieras en sitios muy determinados. Yo tuve suerte en aquel viaje, coincidí con dos parejas de madrileños que eran gente estupenda. Y sin embargo, en el otro grupo iba una cuadrilla de impresentables que para qué. Los típicos tíos que al final del viaje no hacen más que despotricar contra todo y contra todos. Guías, agencias, autobuses, aviones, nativos, tribus, animales, vegetales…. nada se dejaban. Todo estaba mal. La gente era estúpida. Los habían engañado. Qué se yo que montón de lindezas salían de aquellas bocas.
Yo daba gracias a manitú por haber evitado coincidir con semejante panda.
Bueno, ya en el aeropuerto para salir del país. Mi grupo con el otro. Y se inicia un registro de equipajes. Todo correcto. Llegan al petate de uno de los más impresentables y quejicas.
Le ordenan abrir y encuentran cuatro colmillos de facocero. Es el jabalí verrugoso africano. Y el funcionario de aduanas le recrimina la acción diciéndole que está prohibido.
El elemento en cuestión no hablaba inglés, como la mayoría del grupo. Y no  entendía nada de nada de lo que le decía el policía. Y empieza más o menos así
“Oye tío, que soy un turista que ha venido a dejar el dinero en tú país. Déjame en paz. A ver que te has creído”
Evidentemente el poli no entendió nada, pero el tono chulesco le molestó bastante. Y siguió insistiendo en que estaba prohibido traficar con colmillos. El tipejo cada vez más flamenco y el poli ya perdiendo la paciencia.
Se ve que ese día me pilló de buen samaritano e intervine. Le expliqué al tipejo lo que le decía el poli. Y el tío, en el colmo de desfachatez salta
“Que no los he comprado, que los he recogido en una charca. Dile eso a este negro. Y dile que soy un turista que ha venido a dejar su dinero”
Y yo traduje
“Disculpe señor. No habla inglés y está nervioso. En ningún momento ha pretendido ofenderle. Dice que no sabía nada del tema del tráfico de colmillos o pelo de elefante. Que lo siente mucho. Que deja aquí los colmillos si a usted le parece bien. Y que se considera el más tonto del grupo por haber hecho lo que ha hecho”
Esa fue la traducción que hice. El poli contesta
“Ah, vale. Dejamos aquí los dientes y nos olvidamos del tema. Acepto sus disculpas. Dígaselo por favor”
“Que dice que en menudo lío te ha metido. Qué bueno, que como total es poco, que si dejas aquí los colmillos te deja pasar. Que lo has pillado de buen humor. Y que te puede caer un paquete que te cagas por esto”
“No sé que se han creído estos negros para tratarnos así. Pues que se quede con eso. Yo sólo quiero salir de aquí cuanto antes”
“Que dice que bien. Que está muy agradecido y que disculpe su ignorancia”
“No pasa nada. Pueden ustedes seguir”
Ya veis, me permití la licencia de hacer una traducción un poco creativa, pero creo que fue mejor para el imbécil aquel. Si es que a veces, hasta tengo buen corazón
Recomendación amigüitos, por esos sitios africanos. Siempre escuchar las normas y CUMPLIRLAS. Que por cualquier estupidez te puedes meter en un lío gordo. Y evidentemente no perder nunca el respeto a nadie.
Los hay estúpidos

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