lunes, 28 de abril de 2014

Capítulo nonagésimo sexto “¿Y si lo matamos, no estaremos más tranquilos?

Cuando coincides en un viaje con gente nueva por primera vez, pasa de todo. Pues eso

Un viaje cuatro buenos amigos, pero que nunca nos había tocado dormir juntos. Llegamos al primer hotel en el que íbamos a hacer noche y uno de nosotros hace esta declaración

“Ehhhh, no os lo había dicho, pero yo, ronco bastante”
“Bueno, no será para tanto”
“Bastante es bastante”

Y uno de nosotros se ofrece voluntario para dormir con él. Con él me refiero a la misma habitación, las cosas claras que luego todo se saca de contexto

A la mañana siguiente estábamos desayunado los otros dos. O sea, otro amigüito y yo. Y aparece el voluntario, con los ojos inyectados en sangre y una cara de mala ostia que para qué.

“¿Qué tal?”
“¿Qué qué tal?¿Qué qué tal? TODA LA PUTA NOCHE RONCANDO. NO HAY FORMA DE DORMIR. QUE BARBARIDAD. INAGUANTABLEEEEE”

Y llega el roncador. La cara de nuestro amigüito era un poema.

“Yo no duermo más con este tío. Me cojo individual, me da igual, pero esto no puede ser”

Hablando y hablando le preguntamos si dormía con o sin almohada. Y nos dice que sin. Le dijimos que probase a dormir con.

Llegó la noche y me ofrecí voluntario yo para dormir en la misma habitación. Mi compañero con almohada. Y no roncó

Al día siguiente, el tercero que quedaba durmió con él. Y con almohada. Y no roncó

Y la cuarta noche, el primero repitió. Por la mañana al desayuno. Aparece de nuevo con los ojos inyectados en sangre y una cara que era la del demonio.

“¿No has dormido, o qué?”
“Arghhh, arghhhh, INAGUANTABLEEEEE”
“¿Ha roncado? Si con almohada no ronca”
“¿Roncar?¿Roncar? TODA LA PUTA NOCHE TOSIENDOOOO. Y una tos asquerosa. Parecía que se iba a ahogar. Venga a toser y de repente dejaba de respirar. Y parecía que se iba a morir. Pero no se moriiiiia ni pa dios. Yo pensando, hala, a ver si se muere y puedo dormir el resto de la noche. Pero nada”

Hombre, la verdad es que no poder dormir es molesto, pero de ahí a desear la muerte de alguien hay un abismo. Pero ya se sabe, cada cual con sus razones.

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