lunes, 3 de febrero de 2014

De cómo Salazar visita al médico de de lo que allí aconteció

(Nota: basado en hechos reales)

Pedro Salazar Ibiricu se encuentra cansado. No sabe lo qué le ocurre, normalmente es un hombre muy activo, pero estas últimas tres semanas duerme mal y se levanta de muy mala gana.

Así que se dirige al consultorio de su pueblo a solicitar que el doctor le pase consulta.  Pedro nunca ha estado enfermo y lleva desde los catorce años sin acudir al centro de salud.

El amable y joven doctor que lo atiende está confuso. De repente un paciente sin historial médico ni nada que se le asemeje. Así que el galeno, prudente como le enseñaron en la universidad, lo primero que requiere es que se le practique una completa analítica de sangre al paciente.

Cuatro tubitos de sangre son extraídos del cuerpo de Pedro. Ahora toca esperar los resultados. El médico, un poco extrañado por tan extraño paciente, decide iniciar conversación con él

“¿Y como es que nunca ha visitado al médico?”
“Nunca me es sentido mal antes, señor”
“Ahhh, lógico. Hasta que no tenga los resultados del análisis no le puedo diagnosticar. Pero bueno, hablemos un rato para ir conociéndonos. ¿Qué síntomas tiene?”
“En realidad es poca cosa. Me levanto cansado y no duermo bien. Y me sofoco un poco si subo cuestas largas o muchas escaleras”
“Hombre, son cosas de la edad. Pero quiero conocer sus hábitos de vida. Respóndame con total sinceridad”
“Vale”
“¿Fuma usted?”
“No. No fumo ni nunca he fumado”
“¿Sus hábitos sexuales?”

Pedro mira extrañado al médico

“Soy un hombre casado. Y soy fiel a mi mujer. No tengo aventuras por ahí ni voy de putas si es eso lo que me pregunta. En resumen, monógamo en todos los sentidos”
“Ahhh. Vale. ¿Hace deporte?”
“Practico la bicicleta. Salgo dos días a la semana. Tengo una máquina de remo en casa y remo media hora diaria. Hago una tabla de abdominales y de vez en cuando muy ligeramente pesas. Y los sábados me doy un largo paseo de cuatro horas con mi mujer. Hace años corría, pero lo dejé por las rodillas”
“Ahhhh”.

El buen doctor está sorprendido con las costumbres tan sanas de Pedro y prosigue su interrogatorio

“¿Qué hábitos alimenticios tiene?”
“Desayuno fuerte. Un par de piezas de fruta y un tazón de cereales. Algún yogur desnatado. A media mañana me tomo una tostada de pan integral con un podo de aceite y tomate. Como verdura todos los días, sea en ensalada o cocida. Dos veces a la semana legumbres, y normalmente pescado de segundo. También pasta un par de veces semanales. Una vezs semanal carne roja. Meriendo fruta. Y ceno ligero, algún yogur o pechuga de pollo”
“¿Frituras?”
“No”

El doctor está ya extrañado ante el paciente que acaba de conocer

“¿Bebe?”
“No”
“Pero algo de vino sí que beberá usted”
“Que no. Es que no me gusta el alcohol. Nada”
“Pero hombre. Cuando sale con los amigos, algo beberá usted”
“Hombre, si”

El médico sonríe triunfal.

“Yyyyy ¿Qué bebe?¿Qué bebe?”
“Algún botellín de agua. Algún zumo. Algún biter kas…”

Y ya el médico canta victoria

“Pues entonces, fuera el biter kas”

El pobre Pedro sale de la consulta compungido. Se da cuenta que lo que él pensaba que era leyenda es cierto. Simpre había oído a sus amigos que la obsesión de los médicos es quitarte de algo. Y lo acaba de comprobar

NOTA AMIGÜITOS: esto es totalmente cierto. No está novelado. Le ocurrió a un conocido mío y es literal a lo que os he narrado. Lo quitaron del biter kas

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