miércoles, 4 de diciembre de 2013

Capítulo octogésimo sexto: “Albinos en África”

Tras varios días en el delta del Okavango llegamos a no recuerdo qué ciudad de Botswana y paramos a las afueras, en un supermercado a coger provisiones. Aquel día nos enteramos de que el incomparable D. Mariano Rajoy Brey había ganado las elecciones al insustituible D. José Luis Rodríguez Zapatero.

Allí estábamos enfrascados en un tranquilo debate entre dos bandos, los que defendían el “ya verás que bien ahora” y los del “ya verás que mal ahora”. Yo ya opinaba que nada iba a cambiar hasta que sea el país el que cambie, y por desgracia el tiempo me está corroborando mis sospechas.

En eso vi pasar a un albino negro. Es el primero y único que he visto en mi vida. La verdad es que impacta ver a una persona así. Cuando ves a un albino blanco en España choca, pero no mucho, realmente el “color” de la piel es parecido al nuestro, un poquito más claro. Pero cuando ves a un negro de raza bantú totalmente blanco, casi de un blanco transparente, aunque no quieras te quedas mirándolo fijamente.


Luego he leído algo sobre los problemas que tienen estas personas en ese duro continente. Ya os he contado que Botswana se llama la “Suiza de África”. Es un país socialmente muy adelantado. La igualdad entre hombres y mujeres puede ser muy similar a la de cualquier país del primer mundo. Incluso me atrevería a incluir a Botswana dentro de este “primer mundo”. Su tasa de alfabetización es muy alta y hay muchos universitarios. Así mismo, fue el primer país del mundo en pagar el tratamiento contra el SIDA a sus ciudadanos.

Esto redunda en que estas personas, los albinos, pueden vivir con tranquilidad en este país. Pero es algo aislado en África. La piel de albino, su corazón, su hígado y sus testículos se cotizan al alza en África. Para ritos de brujería amigos. A los albinos se les repudia y se les abandona de pequeños por cuestiones religiosas y de superstición. Y actualmente se les asesina para utilizar sus órganos en estos ritos macabros.

Ya ves, perseguido en tu propio continente por tener una enfermedad. Y encima, al no tener melanina, castigado por un sol de justicia.

El problema está muy agudizado en Tanzania, Benin y Camerún. Como siempre, prohibido por las leyes pero son países sin medios para hacerlas cumplir

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