lunes, 18 de noviembre de 2013

Sindicalistas ahora y antes



Declaraciones de D. Salvador Mera, secretario de UGT en Cádiz:



Los comentarios de los lectores son para morirse de risa. Es que somos así, nos da por hacer el chiste y la broma fácil. En un país que se está yendo al carajo y que, por mucho que nos digan, estamos a gran distancia de sacar la cabeza.

Pero bueno, a lo que voy. Yo creo que a lo que este señor se refirió es a que no le importa poner su cargo de liberado a disposición de su sindicato y volver a su puesto de trabajo. Entiendo que es lo que intentó transmitir

Pero lo único que ha conseguido es que como poco se rían de él y en general, un desprecio colectivo. Ahora reflexionemos un poco sobre el cargo que este hombre ostenta y como lo ejerce. En principio el puesto se puede considerar medio-alto. Secretario general en una provincia poblada y con muchos problemas es como para pensar que el cargo es de nivel. Y veamos el nivel de transmitir sus ideas de este señor. Igual a cero o menos que eso.

Dejando aparte lo que sea como persona, que no tengo por qué dudar de él, francamente que alguien así esté ocupando un cargo tal da que pensar. Y lo malo es que no es un caso único. Es un mal endémico de esta pequeña península

¿Cómo se llega a ser algo en política o en un sindicato o en cualquier asociación? Bueno, no niego que a veces es por valía personal, pero generalmente, y miremos alrededor, una persona que desea ser algo en la vida pública empieza su carrera como delegado de curso. Luego ingresa en las juventudes de lo que sea, con quince o dieciséis años. A continuación se va abriendo camino unas veces a codazos y otras a empujones hasta ocupar un puestecito de segunda fila. Y aquí empieza lo bueno. Dentro de los partidos o sindicatos hay “corrientes” (corrientes y molientes, que es lo que abunda, pero bueno, eso es otra historia) y te tienes que apuntar a una “corriente” y rezar por que sea la buena. Si no funciona tu “corriente” y tienes “cintura política” tienes que ser lo suficientemente hábil como para mutar la piel cual gardacho de Moratiel y que no se note.

A partir de este momento de que eres un segundón empieza la tarea más ardua y pesada. Consiste en coger a la persona que manda en ese momento en tu “corriente” y demostrarle una “lealtad a toda prueba”. Esto es, proceder con la lengua todo lo afuera que se pueda y todo lo ancha que seas capaz y relamer desde el final de la espalda hasta el ombligo recogiendo todo tipo de muestras orgánicas que te encuentras por el camino. Y así, a base de lamer culos puedes llegar a ocupar un puesto arriba 

Evidentemente no siempre es así. Yo conozco personas de mucha y contrastada valía profesional que dejan sus ocupaciones y se dedican a la política, y tras un periodo más o menos largo vuelven a lo suyo. Pero lo habitual en “el partido” es el pelotillero profesional

Y te encuentras en “los partidos” y “sindicatos” a personas que nos saben hacer un ocho con una escopeta de dos caños pero con unos cargos y responsabilidades que les superan por todos los sitios. Pero les da igual. Llevan años y años haciendo la rosca para llegar ahí y cualquiera los mueve

Lo malo es cuando, como a este señor, les ponen el foco encima y se ve la escasa preparación y poca profesionalidad. Y son personas que marcan nuestro destino y de las que depende la buena o mala vida de muchos

Por cierto, el insigne D. Salvador Mera luce el apellido de un gran y valiente sindicalista español. Don Cipriano Mera, afiliado a la CNT española. Este hombre empezó de albañil y acabó siendo teniente coronel en la guerra civil española. Un hombre consecuente, valiente y con cabeza. Tras la derrota se exilió a Argel, y volvió a ser albañil. Una biografía muy interesante de un hombre muy íntegro, fiel a sus compañeros y leal al gobierno establecido. 

Este hombre sabía que esa estúpida frase de “Más vale morir de pie que vivir de rodillas” la acuñaron los que mandan para joder a los mandados.

Y Don Cipriano eligió otra cosa: vivir y de pie. Con dos cojones. No me imagino a ningún sindicalista actual ponerse al frente de un cuerpo de ejército para defender nada.

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