jueves, 26 de septiembre de 2013

De cómo Salazar conoce la tristeza



Pedro Salazar Ibiricu ha aparcado su DKV en un camino de Peralta. Se conoce como “el camino de los medios” y es el que une Peralta con el término de La Sierra. 

A Pedro le gusta esta ruta. Salir desde el pueblo al amanecer, ascender las colinas y poco a poco ir avanzando por el camino hasta llegar a uno de los pocos parajes bien conservados hay en Peralta. Además Pedro es amigo del propietario de La Sierra, de hecho estudiaron en la misma universidad  inglesa, han tenido negocios en común y siguen las mismas modas, usos y costumbres. Y a Pedro le gusta visitar y conservar a sus amigos, por eso de vez en cuando toma este camino

“Ayyyy, los amigos, los amigos….”, piensa Pedro mientras asciende al pico maera, la cumbre más alta del entorno

Pedro ha perdido muchas cosas materiales a lo largo de su vida, y siempre le ha dado igual. Lo material como viene se va. Se lo enseñó su padre y a su padre el padre de su padre. 

“Lo que hay que cuidar son las amistades y mucho más a los amigos” le repetía machaconamente su padre
“Parece mentira que alguien como yo, capaz de sacar las tripas sin pestañear a criminales corruptos sea tan sensible con estos temas”. Piensa Salazar. 

Nuestro héroe está triste, desilusionado y, por primera en vez en su vida, amargado. Llega a la cima del pico maera y se sienta al lado de una pequeña coscoja. Salazar cumple el ritual, toma su cantimplora de cuarenta litros (Pedro es un hombre fuerte) y riega  y mima su pequeña plantita. En el fondo es un sentimental. Alza la mirada y mira hacia abajo, a Vallacuera. Un poco a su derecha contempla como los pinos están naciendo en Carricas. Pasarán ochenta años para que el bosque se recupere del incendio, pero la naturaleza tiene otros tiempos que no son los de los hombres

“Ayyyy, los hombres, los hombres…”, piensa Salazar melancólico. Pedro necesitaba buscar la soledad para ordenar sus pensamientos. Pedro es un hombre solitario

Hace pocos días, al abrir su página de facebook (tiene dos, una para cada una de sus identidades) se encontró con la sorpresa de que un amigo lo había borrado de su lista de conocidos. Pedro sintió como si le arrancaran las entrañas, como si cayera a un negro pozo sin fondo. Vacío por completo

Salazar medita. El justiciero vengador nunca ha sido partidario de atribuir cualidades humanas a los animales. Siempre le ha hecho reír esa manía de llamar bravo al toro, fiero al león o traidora a la hiena. Los animales no tienen sentimientos, es sólo su naturaleza. Tener sentimientos es exclusivo del género humano. Pedro también es humano y, aún contra sus deseos, también cae en esa fea costumbre de catalogar a las personas en función de sus sentimientos. Están los valientes, los cobardes, los humildes, los generosos…..los agradecidos y los desagradecidos.

Estos últimos son los que particularmente más molestan a Salazar. Es sencillo, a estos sólo los encuadras ahí cuando ya te la han jugado.

Es lo que le siente Pedro. Que se la han jugado. Una persona con la que trabajó, en la que confió y a quien tenía por amigo, lo ha borrado del facebook. Sin más, sólo por una conversación que tuvieron. Pedro siente que sus ojos se enturbian por las lágrimas que acuden a sus ojos.

“Parece mentira, yo llorando como un niño. Bueno, otro desagradecido más con el que me he cruzado en mi vida”, piensa Pedro mientras se seca con el dorso de la manga.

Salazar Ibiricu se levanta, baja del pico maera y se dirige a la DKV; hay mucho por hacer. Es hora de volver al mundo. 

Con un amigo menos… y tras haber conocido a un desagradecido más.

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