lunes, 10 de junio de 2013

Capítulo septuagésimo tercero “Que bueno es saber idiomas (parte 1)”



Capítulo septuagésimo tercero “Que bueno es saber idiomas (parte 1)”

El famoso y primer viaje que hice. De paquete en una moto hasta Atenas. Ya os he contado cositas de este viaje, tuvo de todo y fue bastante movido.

Llevábamos como guía un estupendo mapa michelín de toda Europa. Sólo eso. Y claro, un mapa de toda Europa se representa a una escala bastante grande, con lo cual la mitad de los pueblos no vienen y muchas de las carreteras tampoco. Vaya par de melones que nos juntamos. Bueno, son cosas de la inexperiencia, metes más la pata pero te ríes mucho más.

Habíamos llegado a Montpellier y nuestro objetivo era hacer noche en Italia ya. Quedaba tirada. En esa época las variantes eran en Francia casi tan inexistentes como en España. Te tocaba cruzar toda la ciudad. Y claro, entre lo mal señalizado que estaba y nuestro conocimiento del idioma de Molière, no hacíamos más que meter la pata.

La siguiente ciudad grande por la que teníamos que pasar era Arlés. Ni una indicación. O no las veíamos en Montpellier

“Para, que bajo y pregunto”
“Para qué va a preguntar. Que no hace falta”
“Es la segunda vez que pasamos por este quiosco. Para”
“Vale”

Paramos y me dirijo a un alegre lugareño en mi correcto francés

“¿Arlés?”

En un poco de inglés me indica. Vuelvo ufano a la moto

“¿Has visto? No hay nada como preguntar y saber idiomas. Sigue por aquí y luego……bla bla  bla”

Total que tiramos una hora para adelante y llegamos a una ciudad. Y a la entrada el nombre. ALÈS. Tal como os lo digo.

Se ve que el francés a quien pregunté no entendía mi francés, por qué no creo que fuese problema de mi pronunciación. Bueno, se arregló con una hora extra de conducción.

Os pongo mapa para que veáis donde está Alès y donde Arlés



A partir de ese día, si tenía que preguntar bajaba con el mapa y señalaba el punto gordo. Era más prudente.

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