jueves, 16 de mayo de 2013

De cómo Pedro conjuga el verbo joder




Frase pronunciada por Andrea Fabra, diputada en cortes: Que se jodan



Pedro Salazar Ibiricu ha aparcado su DKV en una cuneta de una carretera albeceteña, tras un elegante y averiado automóvil con los cristales tintados.

Pedro es un hombre bueno y no pierde la ocasión de ayudar al prójimo. En este caso, ha decidido ayudar al propietario del vehículo estropeado. Un chofer uniformado trata de reparar el auto.

“Buenas tardes. ¿Puedo echarle una mano?”

El elegante chofer contempla las alpargatas rotas por las que asoma un dedo gordo con un panadizo infectado, las uñas negras y curvadas cual aguijón de alacrán y las peloticas interdedos añejas. Ese bombacho con la bragueta desabrochada (no tiene ya con qué) y con ronchones de pis. Ese calzoncillo amarillo calado que alegremente aparece por encima de donde acaba el pantalón. Esa camisa marfileña con el cuello desgastado, con cinco cercos de sudor concéntricos y con un brillo particular que le confiere la grasilla acumulada. Esos dos farias partidos por la mitad y mordisqueados que asoman del bolsillo de la camisa…. Nada delata la identidad real de Pedro, un magnate de las finanzas y del comercio de productos hortícolas.

“Estoy esperando a la asistencia en carretera, pero si es usted tan amable podría llevar a mi pasajera hasta la ciudad. Hace mucho calor”

Pedro es un hombre amable y caballerosamente accede al menester. Del coche baja una conocida diputada en Cortes que se hizo famosa por la frase “Que se jodan”. Doña A. F.

Pedro franquea gentilmente la puerta de la DVK a A.F. Pedro es un caballero

“Huy, perdón. Retire esa bolsa con asaduras de cordero que llevo en el asiento desde la semana pasada. Es cebo para los cangrejos”. Claro, al mover la bolsa, un olor a pútrido inunda la DKV

“Ya echo un poco de frusfris para ambientar. Huy perdón. Me he equivocado con el bote de tres en uno. Ya muevo el pinico de ambientador para que haya olorico doña A.F.”

Pedro arranca  e inicia su camino hacia Albacete. El sol cae a plomo. Ni una brizna de viento. En la camisa de Pedro aparece el sexto cerco de sudor.

“Disculpe señora diputada. Que tengo un poco de tendinitis en el tobillo, me voy a poner réflex que alivia una barbaridad.”. Y Pedro vacía todo el bote en su dolorida articulación. La mezcla de los aromas corporales de Pedro, con lo que emana de la bolsa de asaduras, el tres en uno, el pinico, la colonia varón dandy de Pedro y el réflex hace que el ambiente esté un poco, digamos, confuso, dentro de la DKV.

Llegando a Albacete Pedro procede a aliviar su pesadez estomacal de la forma más discreta posible. Anoche abusó de las alcachofas y de la crema de puerros en la cena y hoy Pedro se encuentra un poco pesado. Tras expeler seis monstruosas y calladas ventosidades encuentra cierto descanso estomacal. Pedro nota como la temperatura de su dos de oros aumenta ocho grados debido a que los asientos de la DKV son de escay, material de tapizado muy comprometido en casos de aerofagia.

“¿Dónde la dejo señorita?”

A.F. ha perdido el conocimiento. Pedro se dirige al ambulatorio más próximo y deja a su pasajera en urgencias. El  personal sanitario intentará reanimarla, pero tras tres cuartos de hora de esfuerzos A.F. muere víctima de una septicemia global.

Nuestro héroe continúa su camino con una sonrisa entre pícara y socarrona en su rostro

“Je, je, je. ¡Que se  jodan ehhh! Qué bonito. Cada cual se jode cuando le toca. Joder, que mal olía el último pedo. Putas alcachofas. Hay que joderse lo que hinchan.”

Y Pedro sigue su justiciero y jodido camino

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