jueves, 21 de marzo de 2013

De como Salazar se presenta



Uno de mis colaboradores me envía un recorte de presa. Os lo pongo para deleite vuestro. Me comenta que puede servir como argumento para el inicio de una novela.

Podría comenzar así:

“Pedro Salazar Ibiricu se encuentra calmando su sed. Ha aparcado su dkv bajo el toldillo de cañas anexo al local. El calor en la calle es insoportable. Dentro, el ventiladorico mueve un aire caliente que mezcla el hedor procedente de las letrinas con el aroma que emana de una tartera de callos revenidos cubiertos por una grasilla de medio centímetro de espesor.
Todo esto se une al perfume del dueño del local. Cuatro cercos de sudor concéntricos adornan una camisa que en su día fue amarilla, desabrochada hasta media barriga y con una mata de pelos pectoral que parece el matogrosso. Un bombacho azul con la bragueta mal abrochada y una mancha de pis y unas alpargaticas de tela por la que asoman los apéndices de los pies. Unas uñas tamaño mejillón de roca y con pelotillas interdedos ya fosilizadas dan muestras del escaso apego por la higiene del propietario del local.
Pedro apura su Sanmiguel en botella (Pedro es hombre prudente). El local, un puticlu de tejado de uralita nunca ha conocido tiempos mejores. Siempre ha sido cutre, como lo fueron el abuelo, el padre y el hijo, actual dueño del lupanar. Son las tres y media de la tarde de un martes de agosto en plena estepa castellana. El dueño contempla la novela sin escucharla, mientras distraídamente practica espeología en sus fosas nasales.
En eso, una patada abre la puerta de golpe y un ser furioso, mitad hombre mitad becerro irrumpe en el local………”

La verdad es que la novela promete, pero la noticia que ha sido su germen no le va a la zaga 


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