Aprovechando la
mañana tan magnífica que hacía ayer, y como me queda poco tiempo para poder
disfrutar del campo (las putas alergias a las gramíneas me van a devorar) me
subí a hacer un poco de ejercicio al monte.
Así que hoy toca
un poco de naturaleza
En caso de
incendio los árboles “reaccionan” de
tres formas diferentes.
Los pinos (todas
las pináceas) se reproducen bestialmente. La piña estalla por el calor,
disemina los piñones y produce una germinación brutal. Un pinar como los que
teníamos, con dos mil pinos por hectárea, puede llegar a dar paso a uno con
treinta mil brotes. O sea, de cada pino salen quince. ¿Qué problema hay?, pues
que si se repite el incendio antes de la madurez de los nuevos árboles no hay
piñas que puedan estallar, con lo cual el pinar se extingue.
Las encinas,
coscojas y tamarices son mas cabezonas, simplemente vuelven a brotar de las
mismas raíces y con más fuerza que antes.
Lo más curioso
son los cipreses y las sabinas ¿Que qué hacen? Negarse a arder. Son prácticamente
ignífugas. De hecho, en el levante se están planteando meter pantallas de
cipreses como defensa para los incendios y evitar su propagación.
Os dejo una foto
de servidor con una coscoja de las que quemó el incendio de 2.010. Fijaos en
tres años que porte tiene ya (la coscoja, no yo). Y otra con uno de los pinos
que han brotado tras ese incendio. Me juego un café que este pino me va a
llegar a la barbilla en octubre.
Y un enlace a lo
de los cipreses. Curioso.
Otro día os
contaré como “reaccionan” las acacias en
África cuando un rebaño de jirafas entran
a alimentarse en ellas. Muuuuy curioso
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